Leo en Diario Médico que las notas de corte de Medicina en España son las más altas de todas las carreras, con un máximo -sobre 14- de 12,79 en Granada y un ¡mínimo! de 11,44 en el País Vasco. Hay 40 Facultades de Medicina y un número creciente de egresados previsto para los próximos años (“más vale que sobre que no falte”, que diría el buen planificador).
Los futuros médicos deberán pasar, al menos, 10 años estudiando hasta ser especialistas.
Recuerdo haber leído que los GP ingleses ya no aconsejan a sus hijos que sigan la profesión. Y algo parecido he oído aquí en España. Pero nuestros jóvenes y "jóvenas" son así de idealistas.
Otra cosa es si cada uno de ellos piensa que en el futuro va a ser un médico con una poderosa consulta privada (bueno, es lo que por ahí fuera ocurre en ocasiones) y gran prestigio social.
No sé, creo que eso es ciencia ficción.
Por lo que a mí me toca, como médico de familia, ruego a quien concierna, que se encargue del tema de la Primaria, por lo que pueda ser de positivo para estos muchachos y muchachas que se lanzan a una aventura inolvidable…
PS: buscando fotografías de médicos soñadores-que no encontré- acabé en el blogMedicina Joven.com", donde leí esta entrada (*) que me parece muy adecuada al tema. Yo ya tengo otros sueños diferentes. (*) Addendum: el autor original es Jesus Villegas , co-autor del blog"El paciente y tú"
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Nota: este vídeo se ha añadido el 24-8-2011 por retirada del anterior en Youtube.Canta Michael Pitt en la banda sonora de la película "Dreamers".
Suspendo mi modorra y asueto estival porque leo que a Roberto Sánchez... ¡le han calificado con un Suficiente al final de su residencia!. En su Blog relata la experiencia y los antecedentes. Escribe en él un cuasi "portfolio" resumido acerca de la mayoría de las competencias del programa de MFyC . Ignoro todo sobre su tutora y no sé cómo sería la reunión de la Comisión docente para evaluarle. La única vez que participé en una, pensé que no era fácil hacer una calificación justa; más bien: era imposible.
Precisamente estuve el día 18 en un curso de verano organizado por la Cátedra de Educación Médicade la Universidad Complutense (esponsorizada). Había gente “alfa” (cátedros,decanos,…) y” épsilon” (los de la lanza y el escudo, vamos). El título: "La evaluación del médico" (*). Y saqué en claro una cosa. Cuando evaluamos a alguien, realmente estamos preguntándonos: “¿Puedo confiar en este médico?”.
Si queremos, podremos perdernos en un bosque de indicadores de calidad que no sirven muchas veces más que para intentar justificar una nota. Al final de la residencia habrá unas competencias que serán medidas en base a la calificación de los 3 años anteriores y a la calificación del tutor en el 4º año. ¿De verdad es así?.
Pero hay una segunda observación: casi siempre , una vez excluída la existencia de criterios objetivos de evaluación negativa, las calificaciones inadecuadas aparecen cuando hay una mala relación evaluador-alumno, con discrepancias sobre la valoración de las actitudes y conductas del segundo. Ahí es donde la “desconfianza “ se visualiza (pero no para atender pacientes, sino para otras cosas).
Si esto ocurrió, un suspenso para la Comisión Docente en pleno que permitió tamaño error (tanta mala conciencia tuvieron que al final cambiaron la nota a ”destacado”, si bien no “excelente” como en otro mundo civilizado probablemente habrían concedido).
Y ojo, que mientras no haya claros criterios para calificar (y que todos los evaluadores estén entrenados para ello), hace falta seguir con una evaluación formativa ("antes de" ) y no sumativa ("al acabar").
¿Nadie advirtió que las cosas iban mal?. ¿Nadie hizo "feed back"?.
Lo que hay que pedir es una revolución: pelear por una cultura donde prime la excelencia y no la mediocridad.
(*) Estar atentos, porque la revista Educación Médica publicará las ponencias en un suplemento.
Kenny Lin es médico de familia en Washington DC.Tiene un blog personal desde el año 2009. En su último "post" diserta sobre la conveniencia de tener modelos de medicina de familia que orienten vocacionalmente a los estudiantes hacia esta especialidad médica.
¡Y yo que pensaba que España era en esto una anomalía a nivel mundial ! (en realidad , lo que debe ser una excepción en EEUU es lo que ocurre en la Universidad de Nueva York, todavía sin Departamento de Medicina de familia).
Pero no desesperemos: en España todavía no hay NINGÚN departamento universitario de Medicina de Familia después de más de treinta años de creación de la especialidad.
“Ni está ni se le espera”.
Transcribo traducidas las palabras de Kenny Lin:
“Decir que mi “alma mater” médica, la Facultad de Medicina de Nueva york , no es conocida como una escuela que produce médicos de familia es un eufemismo.En realidad, habitualmente ocupa el último lugar nacional en el número de alumnos de programas de residencia en Medicina Familiar.Mi clase de 2001, que envió a cuatro estudiantes a estos programas, fue una excepción por primera vez. Entonces, ¿cómo pude empezar en medicina de familia?Doy una gran cantidad de protagonismo al Reading Hospital and Medical Center , que me permitió hacer una rotación electiva en su programa de residencia, entre junio y julio de l año 2000.Pero ,¿ qué fue lo que me inspiró a buscar una rotación de medicina familiar como primera opción?. Recientemente me encontré con una carta que hace 13 años le escribí al marido de mi prima (en ese entonces era un residente de medicina de familia en Minnesota), que da parte de la respuesta, y habla de la importancia vital de conseguir mentores para estudiantes de medicina que estén interesados en un desarrollo profesional en atención primaria. **
15 de noviembre 1998
Estimado Daniel,
¡Espero que la vida en Minnesota te haya tratado bien!.Hasta ahora he estado disfrutando del segundo año de la Escuela de Medicina en la Universidad de Nueva York.Las clases han sido mucho más interesantes que el año pasado, y aunque todavía tengo un largo camino por recorrer, poco a poco estoy empezando a creer que algún día sabré lo suficiente para cuidar de los pacientes.
El mes pasado vino un ponente para hablar de las rotaciones y residencia en medicina familiar, y ello me hizo preguntarme cómo te iba.¿Es este el primero o el segundo año de residencia?,¿te gusta?¿cuántos años te quedan ?,¿dónde (geografía y tipo de comunidad) piensas trabajar al terminar ?
Puesto que ni siquiera he comenzado mis rotaciones, no sé muy bien qué áreas me interesan , pero como la Universidad de Nueva York no tiene un Departamento de Medicina Familiar, pensé que podría ser una buena idea reunir información de fuentes externas de confianza. He pasado varios veranos trabajando con niños, por lo que mi selección natural podría ser la pediatría, pero me encantaría escuchar tu punto de vista sobre el cuidado de familias, mientras creas la tuya propia. Que tengas unas maravillosas vacaciones y saludos para ti y los niños. **
Gracias, Dan".
(Kenny Lin. Common sense Family Doctor. The importance of mentors in family medicine).
Ayer me enteré que ningún R1 había pedido hacer la residencia en mi centro. Curtido como estoy a este sol de verano madrileño, no debería torcer el gesto. El cliente- digo , residente- siempre tiene la razón. Está claro que no sólo soy yo quien está fuera del mercado, sino mi centro entero.
Ya lo imaginaba. La verdad es que al final, como siempre, sólo nos quedarán los pacientes para hacer intervenciones educativas- sigo en mis trece de que es lo que me gusta de verdad-. Ellos también “votan con los pies” (se van cuando quieren) pero no nos defraudan.
En este desasosiego, he releído una carta escrita por Teresa, profesora de Lengua Castellana y Literatura. Habla para sus compañeros de instituto, algunos de los cuales van a jubilarse después de una carrera docente extensa: abandonan las aulas para ser sustituidos por otros más jóvenes. Es ley de vida. Pero , al menos, "llena de amor el mundo".
"PALABRAS PARA EL FIN DE CURSO Y LA DESPEDIDA DE LOS COMPAÑEROS QUE
SE JUBILAN
IES. Alameda de Osuna (Madrid). 29 Junio 2011.
Mª Teresa Cantero
PREÁMBULO
Tengo una convicción que me lleva a hablar: decir las cosas me ayuda a que sean verdad, a explicármelas y reconocérmelas a mi misma. Las palabras crean el significado de las cosas ¡Menos mal que hay palabras! . Nada significaría nada si no se pudiera decir lo que significa. Por eso me entran ganas de hablar, porque quiero convertir la confusión de lo que siento sobre mi trabajo y sobre el hecho de que unos cuantos compañeros dejen de ser mis colegas en algo con significado, o por lo menos en un significado definido para mi. Y esto no ocurre hasta que le doy forma en palabras.
DISCURSO
Elogio de la profesión con el fin de que los que la dejan se sientan reconocidos en el trabajo al que han dedicado muchos años de su vida y de que nos reconforte a todos los que no podemos ni sabemos cuándo vamos a poder dejarla.
Mi tesis es que la nuestra es una profesión que exige virtud y que a su vez la concita. Me propongo hacer una reflexión sobre este aspecto de nuestra profesión (no digo que sea la única de estas características)
1. Nos enfrenta, como ninguna otra al paso del tiempo y al reconocimiento y la aceptación del mismo: nos hace conscientes de esa limitación del tiempo en nuestra vida y por lo tanto, nos hace humildes.
2. Nos hace pacientes: gimnasio de la mansedumbre varias horas al día. ¡Qué remedio nos queda que serlo! Nuestra única misión positiva se reduce a veces a poner dos palabras sensatas y templadas en un griterío de disparates.
3.Nos obliga a buscar, encontrar y defender una coherencia personal, a la búsqueda permanente del equilibrio, de la razón, sobre todo en los juicios que nos vemos obligados a hacer y defender, lo cual requiere también cierta valentía.
Coherencia interna que tenemos que descubrir dentro de nosotros mismos, en una búsqueda permanente de lo que nos dice la sensatez, diferente para cada alumno. Cada uno debe encontrar esa coherencia en relación con su materia, con lo que persigue, con lo que tiene que transmitir: ¡Nos movemos siempre entre tanta indeterminación…!. Es tan difícil saber por qué no aprenden: ¿no es el momento de su vida para hacerlo?, ¿es excesiva la uniformidad a la que se somete a todos los alumnos, imposible de soportar para algunos?, ¿no somos nosotros capaces de hacerles descubrir lo que debería ser importante para ellos? Nuestro propia consciencia escéptica de si los fines que perseguimos son los justos hace que estemos siempre en la lucha por definir unos límites que son siempre movibles, respecto a lo que debemos y no debemos exigir.
Coherencia externa que hay que intentar mantener ante los otros, sumidos en un sinfín de tensiones, coherencia que hay que establecer y defender frente a los que no sienten el valor que tiene nuestro trabajo (empezando por los mismos “aprobadores” que tenemos en las aulas y que muchas veces no son “estudiantes” de verdad.) Como dice mi hermana, hoy muchos alumnos identifican el derecho a aprobar con la gestión administrativa de matricularse: sacar el título de bachiller es para muchos como sacar el carné de identidad, un trámite que se cumple en sí mismo.
4. Nos obliga a progresar: (lo que no mejora muere….) a buscar nuevas formas de hacer las cosas, porque hay que adaptarse desde nuevas edades a nuevas realidades sociales. A estar siempre abiertos a aprender algo más o por lo menos a un modo más eficaz de presentarlo.
5.Nos hace constantes. El curso es un proceso en el que el esfuerzo no se puede aplazar; es un camino que hay que recorrer hasta el final. Cada día tiene un reto dentro de ese proceso.
Constantes incluso, exagerando, en los minutos de clase: no podemos aplazar la concentración: El tiempo de clase es un tiempo en que nosotros mismos tenemos que crear la clase: No se puede postergar esa creación que se hace durante ese tiempo: necesitamos durante toda la hora la agilidad máxima de observación y de concentración; no podemos no implicarnos. Estamos obligados a ello. Otras tareas se pueden aplazar: un administrativo puede no concentrarse en el trabajo un rato y lo suplirá en otro. Puede hacerlo fuera y mostrarlo luego acabado, pero la clase se hace, se crea en el tiempo; las metas y el tiempo del aula son inaplazables: el tiempo que se está en el campo de fútbol es un tiempo de riesgo, en el que lo que se hace o se deja de hacer puede tener unas consecuencias definitivas: hay que inventárselo cada minuto, cada día, teniendo en cuenta la calidad del “rival”. Y esa intensidad dura 9 meses en los que es difícil olvidarse del cariz que va tomando la evolución del proceso: porque hay que seguir inventando descubriendo la dinámica que nos lleva al éxito. No se puede abandonar el propósito que perseguimos ni posponerlo porque si lo hacemos, nos pasará factura, y será más difícil después.
6. Nos sitúa en una duplicidad creativa a medio camino entre el realismo y el idealismo.
Nos enfrenta a la impotencia para modificar tantas cosas que habría que modificar, lo cual nos hace realistas, nos aleja de la frivolidad y la ilusión superficial (por no decir estúpida).
Tenemos que ser, y nos hacemos idealistas y desinteresados, generosos.
Trabajamos a fondo perdido para un ideal que no tiene límite previo y para lograr algo por lo que nunca podremos ser recompensados. Nos enfrentamos a metas muy altas que no tienen fin en su exigencia y que han de perseguirse día a día. Son altas porque no tienen límite. Nos proponemos conseguir que cada alumno por nuestro efecto dé un paso hacia delante en el descubrimiento de su propia razón, se construya a sí mismo (“cada uno es escultor de su propio cerebro”: Ramón y Cajal).
Son generosas especialmente porque se salen de lo controlable. Ni siquiera sabemos si las logramos o no. Nuestra misión está abocada al fracaso porque lo que logramos pertenece al reino de lo que no se puede medir. Nuestra meta no son las notas, ni las que ponemos nosotros ni las que se ponen desde fuera. Nuestros éxitos no se miden por las estadísticas -Nuestros propósitos pertenecen al reino, al ámbito de lo que no se puede medir. Nunca sabremos si algo de lo que hicimos, dijimos o transmitimos en un momento a nuestros alumnos les ha servido de algo en la vida. Nunca sabrán ellos, ni sabremos nosotros si alguna de sus cualidades o de sus capacidades empezó a nacer por efecto de nuestro trabajo. Ni siquiera el alumno será consciente hasta mucho más tarde –en el caso de que llegue a serlo- de en qué le hemos ayudado. -Y por lo tanto, no podrá haber reconocimiento – no digo ya, recompensa-. El reconocimiento único nos lo daremos nosotros a nosotros mismos y será el haberlo intentado.
Cito una frase de Gandhi:
"El fin se aleja continuamente de nosotros. Cuanto más avanzamos más tenemos que admitir nuestra nulidad. Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa".
EN CONCLUSIÓN:
Los profesores son trabajadores que ponen su esfuerzo máximo diariamente para lograr una meta generosa, ilimitada y difícil de medir en su consecución y que utilizan toda su capacidad y su paciencia para perseguirla sin esperar ninguna recompensa a cambio. A la vista está el carácter esforzado y virtuoso de nuestro trabajo. Este NO es un trabajo para mediocres.
Pero hay otra cosa además de las virtudes que nuestro trabajo concita: algo que también se experimenta día a día, la necesidad de compañía, de complicidad, de apoyo.
Ante una profesión de tanta exigencia, que nos enfrenta a una dura realidad y a nuestra propia impotencia ante ella … hay algo que reconforta especialmente: los compañeros, los colegas,y en esta palabra pongo algo más que la idea vaga de la solidaridad universal. Para mí los colegas son mucho más: son el apoyo para superar el malestar que tantas veces me desequilibra, o un problema que me obsesiona. Sólo ellos pueden saber por dónde va nuestra preocupación del momento o nuestra falta de energía, o nuestra satisfacción, en otros: ¡Es tan consolador compartir la incertidumbre generada por la propia profesión…! .Creo que debemos dar una gran valor al apoyo que unos podemos prestarnos a otros, el respaldo tan grato que nos ofrecen los que comparten nuestra preocupación. Nuestra ansiedad durante los meses de curso.
La gran importancia que tiene compartir esta tarea nada fácil es lo que justifica que celebremos, siempre con un poco de emoción contenida, este día en que muchos colegas van a dejar de prestarnos su apoyo, ya no podrán reconfortarnos, con su mera presencia o con sus comentarios. Nos alegramos por ellos. Por nosotros lo lamentamos.
Fernando Pessoa lo dice mucho mejor que yo. En su obra El libro del desasosiego escribe:
"Se ha ido hoy, /dicen que/ definitivamente, a su tierra natal el llamado mozo de la oficina, ese mismo hombre que he estado acostumbrado a considerar como parte de esta casa humana y, por lo tanto, como parte de mí y del mundo que es mío. (…)
Cada cosa que ha sido nuestra, aunque sólo por los accidentes de la convivencia o de la visión, porque fue cosa nuestra se vuelve nosotros. El que se ha ido hoy, pues, a una tierra gallega que ignoro, no ha sido, para mí, el mozo de la oficina: ha sido una parte vital, por visual y humana, de la sustancia de mi vida. Hoy he sido disminuido. Ya no soy el mismo del todo. El mozo de la oficina se ha ido. Todo lo que sucede donde vivimos es en nosotros donde sucede. Todo lo que cesa en lo que vemos es en nosotros donde cesa. Todo lo que ha sido, si lo vivimos cuando era, es de nosotros de donde ha sido quitado al partir. El mozo de la oficina se ha ido."
Os vamos a echar de menos
A todos los que os vais (sea por jubilación o no)…
FINAL DEL FINAL
Debemos estar orgullosos y satisfechos de nuestro afán. VOSOTROS, DE HABER DEDICADO VUESTRA VIDA A ÉL; NOSOTROS DE SEGUIR HACIÉNDOLO. No por lo que hayamos conseguido o vayamos a conseguir, sino porque el haberlo perseguido, como decía Gandhi, es una victoria completa… y las victorias no son para mediocres.
En nombre de todos los que nos quedamos, enhorabuena por haber cumplido con esta tarea tan esforzada. Un beso a cada uno".
La reunión. Treinta personas en el aula del centro de salud.Al oírle hablar recordaba la primera vez que le conocí. Era mi primer día de rotación como MIR de familia, en una unidad de obstetricia. Le confundí con un residente mayor o adjunto joven, tal era su presencia y protagonismo (pero sólo había llegado… ¡el día anterior!).
Ahora tiene un cargo directivo (llevo tantos vistos en estos veintitantos años de trabajo...). Nos cuenta acerca de proyectos, de cómo nos ayudarán a investigar, de cuántos técnicos hay en la unidad…También nos habla de formación, de cursos.
Mi impresión totalmente subjetiva : más fiscalización y menos dinero para todo. Se ensalzan las virtudes de la autoformación (vamos, las sesiones del centro de salud) que ahora será acreditable y dará puntos para el baremo, oposiciones y carrera profesional (la que no nos pagan del todo). Pero me queda una sensación de vacío.
Hace años estuve unos días en Aberdeen, Escocia. Atendía unas jornadas en una Cátedra de investigación en Patología Respiratoria en Atención Primaria. Estaba integrada en un Departamento de Medicina General y Atención Primaria . Quizás no tenían una población de referencia tan monstruosa como acostumbramosaquí en Madrid. Eran pocos técnicos y muchos GP colaboradores que trabajaban en su comunidad, pero tenían tiempo liberado para investigarcon el apoyo metodológico de técnicos muy experimentados en Estadística y Epidemiología. Como en la mayoría de los países anglosajones, los “jefes” pasaban consulta en algún momento “para no perder sentido de la realidad y poder enseñar lo que hacemos”, afirmaban con pasmosa naturalidad.
No existía tanta fractura entre asistencia y gestión de la investigación y la formación. La idiosincrasia española, digo yo.