Sabía que no te iban bien las cosas. Pero esa mañana de Domingo, días antes de que empezaran las lluvias del Otoño tardío, todo parecía más relajado y apacible. Me hablabas de tu crisis. -“Será la crisis de los 40”, dijiste ocultando tu rostro con las gafas de sol. Tú, que eres una mujer activa – atractiva- , trabajadora incansable, y madre amantísima de tu prole, mostrabas tu lado más humano.
La verdad es que centrabas el problema en tu trabajo (“estoy estancada en mi carrera”), pero tal vez podríamos extenderlo a otras caras de tu existencia. Nuestras vidas se expanden por todas partes, sólo tenemos que encontrar las salidas, dicen algunos. Y emprender nuevos caminos para volver a nuestro origen, a nuestro Itaca.
Supongo que eso de “la troncalidad” y otros rollos pueden solucionar crisis vocacionales, pero este no era el problema.
Como un obseso monotemático que soy, te propuse- por jugar- en un pequeño “brainstorming” de pacotilla, maneras para salir de la crisis, todas relacionadas con la reorientación de la profesión – y de la vida- mediante vías formativas. He aquí algunas:
-Presentarte otra vez al MIR y hacer otra especialidad (“sí, a los 40 y tantos, la residente del geriátrico…”).
-Hacer la tesis (sí, ya sé que no tienes tiempo ni para ir al gimnasio).
-Hacer alguna investigación en tu hospital (que investiguen ellos, ya sé).
-Hacer muchos cursos sobre las cosas que no sabes (“lo sé casi todo”. ¿De verdad?).
-Impartir cursos sobre lo que sabes (“¿y cobrar por ello?”).
-Cambiar de hospital (“depende de los traslados dichosos”).
-Aprender acupuntura (ya sé, lejos de tu especialidad. ¿Y qué?)
-Aprender hipnosis Ericksoniana (“¿Ericksoqué?”).
-Aprender PNL y coaching (“¿Me ves cara de “eso””?).
-Practicar Taichi, Yoga, Pilates, Naturopatía, Homeopatía, Meditación Transcendental, Feng Shui…
-Practicar Bicicleta, Natación, “Spinning”, Karate, Tae kwondo, Judo ("¡ jo, qué fuerte!").
-Hacer un viaje con amigos ("todos/as casados". No, ahora casi nadie lo está: lo estuvo).
-Hacer un viaje con un amigo ("¿?").
-Casarte (“¿ de qué vas?”).
El sol seguía calentando nuestros cuerpos y la conversación decaía ensordecida por las voces de nuestros hijos.Sabía que el problema era la solución. Y que lo importante era encontrar la pregunta acertada ("¿Qué es lo que quieres hacer con tu vida?") , no sólo las respuestas. Lo dejamos para más adelante.
El caso es que, entonces, me dí cuenta de que acababa de abrir la puerta a otra crisis más cercana: mi crisis de los cincuenta.
Y empecé otra vez : MIR, tesis, cursos, acupuntura, hipnosis, PNL,...