domingo, 28 de agosto de 2011

Me indigna que no te indignes por lo que me indigna que no te indignaras


Me sorprendió. No  eras mi resi, pero algo te conocía después de un año en el centro. Te tenía por calmada y juiciosa, pero estabas enfadada. Estuviste en sol frente a los “papistas”. Y tú con los indignados. O lo que quedara de ellos. Hablabas de provocaciones. Estabas excitada.

Fue después de eso cuando comentaste lo de aquel paciente que venía "sólo  a por recetas"  que le había prescrito otro colega. Y cómo él había dicho  que tú debías dárselas porque para eso el otro era “cardiólogo”  “y tú, chica, debes dármelas”.

Y se las diste.

2 comentarios: