Me sorprendió. No eras mi resi, pero algo te conocía después de un año en el centro. Te tenía por calmada y juiciosa, pero estabas enfadada. Estuviste en sol frente a los “papistas”. Y tú con los indignados. O lo que quedara de ellos. Hablabas de provocaciones. Estabas excitada.
Fue después de eso cuando comentaste lo de aquel paciente que venía "sólo a por recetas" que le había prescrito otro colega. Y cómo él había dicho que tú debías dárselas porque para eso el otro era “cardiólogo” “y tú, chica, debes dármelas”.
Y se las diste.