Una noticia en la página 10 de Diario Médico, con una foto en color muestra a unos jóvenes sonrientes.
Es un día soleado. Todo el mundo es joven, hasta lo parece el protagonista, a la derecha, ya en los cuarenta. Son los 50 afortunados acompañantes del director del grado de medicina , que inician su aventura en una Universidad privada del Nor-Oeste de Madrid. La noticia no debería ocupar mucho mi atención, pero hay cosas interesantes: habla de una “carga lectiva amplia en medicina de familia” (mis sinceras felicitaciones, Fernando), de un programa “longitudinal” de humanidades, de “formar profesionales integralmente competentes para un ejercicio clínico autónomo”, y de un programa de inmersión clínica precoz desde el primer ciclo. Continúa hablando de estancias clínicas en el extranjero, de supervisión docente, del uso del portafolio para cada alumno, de una metodología basada en el aprendizaje por problemas.
Hoy no voy a hablar de las siete Facultades de Medicina en Madrid (ocho el próximo curso), ni de la amenaza -para algunos- de consultas vacías de médicos en un futuro a medio plazo, no hablaré de la oferta de 1129 plazas en Madrid sobre una demanda de 4285 peticiones, ni de lo que cuesta matricularse en Medicina en esta variada oferta no pública.
Hablaré de buenos proyectos. Y haré demagogia: ¿sólo para unos pocos?.
Uno de esos jóvenes muchachos es mi hijo; no consiguió el 12 necesario para entrar en una pública (se quedó en un modesto 11). Tiene suerte y dos padres (aunque estén divorciados) que se lo pueden permitir. Vi el curriculum de la carrera y me gustó. Él está ilusionado como sólo lo puede estar un chico de primero. Y para más INRI, ha sacado un 7 en su primer examen de Estadística.
ResponderEliminarEstimado Juan:te felicito sinceramente. Y entiendo el esfuerzo que hacéis. Bienvenidos sean los médicos con vocación para este siglo XXI.
ResponderEliminarY, además, también hay que luchar como ciudadanos para que las Facultades públicas sigan la senda de la excelencia y el humanismo.
Un abrazo.
Eduardo.